originalmente en la Revista Obras,
Grupo Editorial Expansión,
ISSN 0185-466X, México.
Año XXIX, Número 358,
pp. 28-39, Octubre de 2002.
El mundo vive una revolución tecnológica e informática mucho más profunda y extensa que lo que fue la Revolución Industrial del Siglo XVIII. Vivimos en una época maravillosa con nuevos inventos y descubrimientos diariamente al alcance de la mano. Cada época de cambio suscita momentos críticos en la historia de la humanidad. En este momento, los constructores somos protagonistas de un parteaguas histórico como lo fuimos hace más de un siglo.
Entonces, como ahora, los constructores debemos comprometernos con nuestro futuro, y el de los espacios arquitectónico y urbano. Más aún cuando la humanidad transita por graves problemas de sobrepoblación y destrucción de recursos no renovables que restringen el umbral de soluciones dirigidas a resolver sus problemas y sus necesidades elementales. El derecho a la habitación que todos poseemos, después de más de medio siglo de continuos intentos, errores y vaivenes (muchos de ellos nunca menospreciados y siempre valiosos), han creado retrasos y evidentes déficit en el área de vivienda.(1)
Desde mi punto de vista, el problema de la habitación podrá ser verdaderamente atendido con ingeniosas soluciones tecnológicas basadas en los descubrimientos e inventos que están siendo desarrollados en este mismo momento. Los materiales constructivos modernos que están fabricándose en todas las disciplinas humanas plantean una opción futura viable y real para mejorar el espacio arquitectónico y cubrir esas carencias. Estamos en el momento adecuado de integrar a nuestras herramientas de diseño, a la formación de nuestros profesionales, y al quehacer profesional cotidiano, el conocimiento y dominio de las nuevas tecnologías. El no hacerlo propiciará seguramente el desplazamiento del constructor de su papel tradicional como encargado del diseño y ejecución del espacio arquitectónico y urbano al final del Siglo XXI.
La historia de la civilización está llena de ejemplos que han desarrollado la ciencia y el arte de la arquitectura, buscando nuevos materiales, procedimientos constructivos y estructuras, para crear diferentes tipos de espacio acordes a sus necesidades espirituales, políticas, económicas y sociales. En toda época, la aportación, la originalidad y la innovación requirieron de diversos desarrollos de tecnologías constructivas dando como resultado estructuras y espacios característicos. Con cada descubrimiento un nuevo reto, con cada solución un nuevo conocimiento tecnológico o científico.
Sin embargo, en la arquitectura actual se construye con materiales que han sido ya desechados por la mayoría de las otras disciplinas humanas. Es posible ver, en pleno Siglo XXI, cómo en la arquitectura seguimos usando actualmente la madera (en menoscabo del planeta y su medio ambiente), la piedra, el adobe, el ladrillo de barro cocido, el hierro forjado, el vidrio y las argamasas de morteros, yesos y concretos, el acero y algunos plásticos básicos.
CITAS
(1) cfr. OCAMPO RUIZ, Ernesto, Op. cit. Para 1986, el Déficit de Vivienda de México era ya de 6 millones de unidades que creció al 4% anual hasta el final del Siglo XX, la Ciudad de México entonces tenía un déficit superior a 1.35 millones de viviendas. De esa cifra, el 60% (810,000) eran acciones de habitación necesarias para abatir el crecimiento demográfico natural de la urbe, mientras que el 40% restante (540,000) contemplaba la vivienda en condiciones precarias o de construcción efímera que se necesitaba renovar o sustituir. Casi veinte años después, a pesar de todos los esfuerzos y buenas intenciones (buenas pero insuficientes por la magnitud del problema), el panorama no ha cambiado mucho: Es una de las razones del crecimiento desbordado de la Ciudad de México hacia las entidades vecinas, la conurbación existente y precaria, acompañada del evidente daño ambiental. Regresar
No hay comentarios:
Publicar un comentario