Publicado como Artículo originalmente en la
Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto A.C.,
ISSN 0187-7895, México.
Vol. X, Número 117, pp. 28-35, Febrero de 1998.
La obtención de nuevos, singulares y asombrosos materiales descubiertos a través de la nanotecnología, están modificando nuestra comprensión del mundo y nuestro futuro inmediato. La arquitectura tendrá que utilizar estos materiales, tarde o temprano, para concebir el espacio que habitaremos en el Siglo XXI.
La arquitectura del Siglo XX posee diversas características que la hacen distinguible de las creaciones arquitectónicas realizadas en el renacimiento florentino, en el gótico inglés o en el antiguo Egipto. Cualquier persona podría deducir el origen de tal o cual arquitectura dependiendo de la construcción que observe.
Un observador de la arquitectura puede identificar el origen del edificio en cuestión percibiendo, consciente o inconscientemente, las características formales y funcionales que detenta. Villagrán (1) afirmaba que los estilos y tendencias acontecidos en la historia de la arquitectura, las formas arquitectónicas construidas resultantes, eran producto de dos factores fundamentales: su habitabilidad (fin causal) y el espacio (materia prima arquitectónica), los cuales no podrían materializarse sin la utilización de un procedimiento específico llamado Composición Espacio Edificatoria. En la historia de la humanidad, el fin causal siempre ha sido el mismo, pero ha cambiado la forma de interpretación del espacio y su procedimiento específico de creación. En un edificio histórico determinado, el grado y tipo de habitabilidad están definidos fundamentalmente por el contexto histórico-social de la cultura a la que pertenece. De esta forma podemos comprender la existencia de los salones de baile de los palacios franceses del Siglo XVII, o la verticalidad del espacio interno de una catedral gótica. Los espacios resultantes en ambos ejemplos son singularmente identificables, pero ninguno de ellos podría haberse realizado sin un proceso específico de creación que le diera forma y funcionalidad.
En la historia de la arquitectura, los procedimientos constructivos y los materiales de construcción han determinado en mucho las características formales y funcionales resultantes de cada edificio. Los sistemas constructivos descubiertos y los materiales disponibles en cada región y época influyeron en las soluciones ofrecidas en cada tendencia o estilo. Los griegos hicieron del mármol blanco su material predilecto y crearon procesos constructivos para explotarlo. Los romanos necesitaron una rápida expansión de su cultura a lo largo de su imperio, e inventaron el concreto para producir múltiples templos rápidamente. Nuestro siglo se ha distinguido con creaciones arquitectónicas ideadas con materiales que en su mayor parte se han desarrollado y descubierto en los últimos doscientos años. En la actualidad, estos materiales han sido ya explotados al máximo mediante la creación de innumerables procedimientos edificatorios que fueron inventados por sus constructores y han permitido generar las formas singulares que distinguen a la arquitectura del Siglo XXI.
José Villagrán mencionó, acertadamente en su momento, que el encontrar un nuevo procedimiento constructivo o descubrir un nuevo material, modificaría definitivamente todo concepto formal o funcional de un espacio, e inclusive, dependiendo del hallazgo, de nuestra definición general de arquitectura. En un momento determinado, toda arquitectura concebible se vería influida por el descubrimiento de un nuevo y extraordinario material. Al analizar lo anterior, descubrimos en Villagrán a un visionario, que con su interpretación personal de la arquitectura nos ha acercado a la comprensión de una realidad palpable próxima a ocurrir en el siguiente milenio.
CITAS
(1) José Villagrán García, Op. Cit., pp. 41-47.Regresar
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