presentado aquí sin recortes del Editor.
Publicado como Artículo originalmente en la
Facultad de Arquitectura de la UNAM,
ISSN 1405-8301, México.
Número 5, pp. 48-51, Agosto de 2001.
Los arquitectos estamos ubicados en un momento histórico de la humanidad, con múltiples problemas que merecen toda la atención y participación activa, donde la desequilibrada competencia, la sobrepoblación, la contaminación, la extinción de las especies, la deforestación, y la generación de desperdicios afectan el desarrollo tecnológico y limitan la asistencia y resolución rápida de las necesidades básicas de confort de la población mundial (2).
Por un lado, los sistemas constructivos prefabricados no han podido resolver adecuadamente el problema de la carencia de vivienda mundial. En algunos casos por intereses políticos, otros por problemas demográficos, en otros por falta de recursos económicos, la prefabricación no ha podido cumplir con su objetivo de masificar eficientemente la edificación. El problema se incrementa día con día, sin verse a la distancia alguna solución práctica y formal.
Por otro lado, los materiales constructivos que actualmente utilizamos generan un gran daño ecológico, del cual somos responsables los encargados de diseñar y construir el espacio habitable. En el diseño y construcción de ciudades y conjuntos urbanos, el arquitecto destruye el hábitat natural establecido de organismos vegetales y animales, para construir sobre el terreno el edificio. Además, en el proceso de construcción generamos envenenamiento permanente del suelo con cal, cemento, ácidos, basura y cascajo. Entre más grande sea el desarrollo urbano en construcción, mayor será la generación de nubes densas de polvo, cal y tierra que se esparcirán sobre la zona vecina (3). Seguimos utilizando a la madera para obra falsa y acabados generales, cuando sabemos que en el mundo se destruyen bosques completos indiscriminadamente que constituyen nuestra única fuente de supervivencia futura. Es importante evaluar si un cambio de sistemas constructivos, generado por nuevos materiales de edificación, permitirán concretar mejores, más limpios y eficientes procesos constructivos (4). No podemos seguir dañando al planeta con nuestros materiales agresivos.
CITAS
(2) Convención de Basilea, Enmienda de Prohibición de Desechos Tóxicos, 1995. La enmienda no sólo define la problemática y las características de todo material industrial desechado, centrándose en su toxicidad, peligro y efectos ecológicos, económicos y sociales, generando compromisos internacionales que evitan la importación y exportacion de basura entre las naciones signantes, así como establece políticas y estrategias tendientes al reciclaje, la responsabilidad de las industrias en el ciclo de vida del material y los productos más allá de su venta, así como el cuidado y monitoreo constante del medio ambiente y de la salud del hombre en todo el planeta.Regresar
(3) Protocolo de Kyoto, 3a. Conferencia entre Partes, Convención sobre el Cambio Climático, 1997. El protocolo busca reducir la emisión de partículas y gases de invernadero a la atmósfera en un esfuerzo por detener el daño climático causado por el hombre. El protocolo acepta la responsabilidad de las industrias (incluida la construcción) y de las polìticas de gobiernos en el cambio climático mundial, así como establece estrategias, metas y límites de emisión, tanto como la necesidad de normatividad local, como el monitoreo y el reporte de emisiones permanente.Regresar
(4) En 1993, se creó el programa piloto LEED, Leadership in Energy and Enviromental Design, así como la formación de el Consejo Norteamericano del Edificio Verde (USGBC). El objetivo es implemetar una edificación amigable al planeta mediante la creación de Edificios Verdes que reduzcan el consumo de energía, la produccion de desperdicios y mejoren la calidad de vida de sus ocupantes y respeten su medio ambiente local. Busca edificaciones sustentables.Regresar
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